Wednesday, March 04, 2009

Ojalá fueran palabras para mí. Pero no importa, yo me las apropio, como si me estuvieran dirigidas. Después de todo, siempre hice lo mismo con sus canciones, las hice mías, como el tesoro más más preciado, yo las poseí. ¿Sólo los hombres poseen? ¿Porque tienen pija? (y perdón que esta palabra no sea naïf, estoy cansada, no tengo ganas de pensar y no quiero ir con rodeos, en mis propias vacaciones estoy cansada! De no creer eh!). No se engañen. NO NO, las chicas también poseemos. Sin ir más lejos, yo poseo muchas cosas: ropa, libros, un ipod lleno de miles de canciones que a esta altura son igual a mi vida, muchos poemas (que no son míos pero que hago como que sí), la angustia del Otro y de los otros (sumemos a freud, entonces, su escritura también hice mía), un papá y una mamá (acá fallé un poco), una esposa de papá, hermana 1 2 3, todas chicas, un perro, amigos/as, literatura, computadora, plancha para el pelo (x2), un mate rojo de mar del plata, anillos, muchos anillos, papeles (y qué cantidad), fotocopias, trabajos, este texto apurado que me está salvando el día, drama, drama. Y unas cosas más (muitas muitas coisas) que no vienen al caso.
Las canciones que escucho también son mías. Me hablan a mí, entonces son mías. Con mi lengua las canté, puse mi voz para gritarlas, además bailé, bailé mucho. Quién podría sacármelas? Eh… demandarme?? Jamás, cómo me las sacarían? Mi interior es inviolable, inmaterial, irrompible. Están ahí guardadas, bajo mil llaves, y jamás jamás las abriría.
Y si alguien piensa que sufro de algún delirio paranoide, que se entere que ya lo sabía. Siempre se lo digo a una amiga: ¿por qué demonios no leo más a Pynchon? Si yo soy como él, como sus personajes, cultivo la construcción paranoica del sentido (era así? Así aprendimos en teoría?): todo me habla a mí, está canción está pensada para mí, yo quiero escribir así, esas letras son mías, y no tengo consuelo y me vienen ganas de llorar porque sé que no, pero igual soy tenaz en esto de la posesión y digo que son mías.
Nadie sabe todo lo que daría por una canción mía. Una canción así. Que mis palabras se hagan aire, exploten, vuelen, desaparezcan en el escenario. Esa vibración. Nadie se imagina. Es como cuando veo un bailarín y sé que nació para eso. Así yo me deseo en otra vida: haber nacido para eso.