En este tiempo estuve pensando que le tengo un miedo extremo al dolor fisico, pero que no tendría que temerle tanto. Resulta que me enteré que existe una enfermedad que consiste en no sentir dolor: la gente que la sufre puede quemarse con quemaduras de primer grado y no sentir nada, tampoco puede llorar!!!! En realidad, no es que no tengan sensaciones físicas, sino que no pueden sentir una sensación tan intensa como el dolor: si les mordés los labios, por ejemplo, es como si los besaras, si les pegás sienten una caricia. Después se dan cuenta de la violencia por la sangre, por el moretón o por la expresión en el rostro del que muerde y pega, pero no la registran como un sentimiento del cuerpo.
La cuestión de esta enfermedad es que quien la padece no puede protegerse a sí mismo, su cuerpo se lastima pero, como no siente dolor, lo deja como en descuido. Es terrible para las madres que tienen niños con esta enfermedad. Tienen que estar atrás de ellos para cuidarlos todo el tiempo. La separación se les hace mucho más penosa.
Cuando supe que existía esta inhibición sensitiva pensé en la gente que murió (y muere) bajo torturas y sobre todo en las personas que delataron bajo torturas. Me imaginé que si todos los cambatientes tuvieran esa dolencia, algunas estructuras permanecerían indemnes, libres de la exposición a una luz de día y de noche tan maligna. Pero también pensé que en caso de que los seguidores pertinaces de una causa tuvieran insensibilidad al dolor, habría más derroches de vida. Me apena utilizar la palabra derrochar pero creo que sí, que a veces hay derroche. También es cierto que se derrocha algo cuando se lo tiene en mucho, cuando se tiene un exceso de eso. Tal vez ese sea el caso: se derrocha la vida porque se la quiere mucho y porque se es muy vital.
Ahora que sé que existe esta enfermedad, cuando los dragones me invaden a la noche y tengo que prender la luz, para combatirlos pienso en que el dolor que podemos sentir no es una falla del cuerpo, sino que es el don que la naturaleza nos dio para que podamos proteger nuestra vida (la mala suerte es que a veces los seres humanos usen los designios naturales para lo peor).