Tuesday, August 24, 2010


Levantar las cosas de lo oscuro (1)

En este tiempo estuve pensando que le tengo un miedo extremo al dolor fisico, pero que no tendría que temerle tanto. Resulta que me enteré que existe una enfermedad que consiste en no sentir dolor: la gente que la sufre puede quemarse con quemaduras de primer grado y no sentir nada, tampoco puede llorar!!!! En realidad, no es que no tengan sensaciones físicas, sino que no pueden sentir una sensación tan intensa como el dolor: si les mordés los labios, por ejemplo, es como si los besaras, si les pegás sienten una caricia. Después se dan cuenta de la violencia por la sangre, por el moretón o por la expresión en el rostro del que muerde y pega, pero no la registran como un sentimiento del cuerpo.

La cuestión de esta enfermedad es que quien la padece no puede protegerse a sí mismo, su cuerpo se lastima pero, como no siente dolor, lo deja como en descuido. Es terrible para las madres que tienen niños con esta enfermedad. Tienen que estar atrás de ellos para cuidarlos todo el tiempo. La separación se les hace mucho más penosa.

Cuando supe que existía esta inhibición sensitiva pensé en la gente que murió (y muere) bajo torturas y sobre todo en las personas que delataron bajo torturas. Me imaginé que si todos los cambatientes tuvieran esa dolencia, algunas estructuras permanecerían indemnes, libres de la exposición a una luz de día y de noche tan maligna. Pero también pensé que en caso de que los seguidores pertinaces de una causa tuvieran insensibilidad al dolor, habría más derroches de vida. Me apena utilizar la palabra derrochar pero creo que sí, que a veces hay derroche. También es cierto que se derrocha algo cuando se lo tiene en mucho, cuando se tiene un exceso de eso. Tal vez ese sea el caso: se derrocha la vida porque se la quiere mucho y porque se es muy vital.

Ahora que sé que existe esta enfermedad, cuando los dragones me invaden a la noche y tengo que prender la luz, para combatirlos pienso en que el dolor que podemos sentir no es una falla del cuerpo, sino que es el don que la naturaleza nos dio para que podamos proteger nuestra vida (la mala suerte es que a veces los seres humanos usen los designios naturales para lo peor).

Friday, August 20, 2010

POEMA SOBRE FUTBOLISTAS



*

Hay una cancha que es más
mucho más que el mundo
Es un océano arremolinado
donde gana quien logra patear
una cabeza de medusa
Los niños pequeños se sumergen
juegan con las perlas
forman ligas de bebés prematuros


LOS MEJORES JUGADORES DEL MUNDO
son siempre
un equipo a medio formar,
diestros en el arte
meten goles con pies frágiles


La cancha es la naturaleza oceánica
los millones de kilómetros
de mundo de tierra
Patear la pelota
es sentirse
oceánicamete capaz
de recorrer con los pies
ese mundo
es recordar que
San Martín cruzó Los Andes
o que el zar mató
a la Grande Armée
en un invierno en Rusia


Frágil como un varón
nuevo que nace
el pateador tiene que entrar
a una cancha nueva
hecha con la suma de intemperies
de los varones del mundo
Las penurias de un trabajo
del que salieron débiles
siempre los corre para atrás,
esa manía de mirar el reloj
al minuto 90
y desear volver a empezar
ser otra vez bebés
poder lidiar con las perlas
y la delizadeza de los moluscos


El pateador de pelota juega un partido
totalmente ausente
como fantasma
golpea la pelota
hasta descoserse los pies
El jugador quiere
que echen al contendiente
grita
hasta volverse invisible
En la invisibilidad habla
contra viento y marea
se queja de que sus pies
quedaron romos
pide que le den una mano
lucha por la in
validez de las reglas


Las lágrimas se le caen
por no poder jugar
van a parar a un gran contenedor
de lágrimas que no mojan




*Foto: El miedo del arquero ante el penal de Wim Wenders

Sunday, August 08, 2010

POEMA SOBRE HERMANAS


Para mí que el mayor castigo
hubiera sido el irreparable no saber
nada en torno a la hermandad
entre hermanas.
Amar a una hermana
¿será como amarse a sí misma?
Yo que me empalago de mí
del poema que es mío en mí
de la letra eme que es mi preferida
salto de mí hacia otras que están en mí
parecidas y distintas.


La misma madre nos hizo
en la cabeza profunda
la misma trenza cosida
una trenza que se hace y se deshace.
La misma tijera nos cortó la trenza
para que dejáramos de pelear.
Si calcamos nuestros corazones
y los superponemos,
¿los agujeros están en el mismo lugar?


Qué cosa esta de la feminidad tan fuerte
de las mujeres de nuestra casa
saciadas hasta el hartazgo
de proges y testos
terona
de que todas nos burlemos de los hombres
por imposibilidad.
Qué cosa que hagamos todo esto pensando en
la otra.
Y aunque a veces creemos
que los padres son la raíz fundamental
imaginamos que todo está dedicado a nosotras:
una ronda de chicas de cabellos sueltos
crecidos, ondulados
en la orilla del mar,
en un bosque bucólico
camisones blancos
de tela liviana y casi transparente
y una corona de flores
en el pelo castaño claro;
si una se hunde
y no suelta la mano de la otra
se la lleva al fondo del mar.


En nuestra fantasía
ese el el lugar paradísiaco
-no el vientre de mamá-
el lugar donde hay otras como yo
que intercambian ropa y perfumes
ven programas sobre gente famosa
investigan embrujos amorosos
y las estrategias para el buen manejo
de las guerras del hogar.

(Los hombres vienen marcados en la frente
por los dioses
con la escritura de oro por la que clamó
Medea, esa que nos alerta cuál va a ser
el que nos lleve a la discordia.)


Nosotras no nos quedamos en la orilla
como si nuestro padre fuera
descendiente de un pueblo pescador,
cuyas huellas debamos continuar.
No nos interesa establecer
esa complicidad superficial. Nosotras somos
más radicales,
nos hundimos en la mar.


Allá abajo mareadas
por el vértigo insondable
de kilómetros azul marino
podemos alucinar
con un paraíso de igualdad.
There is Me: MEAMÍ