Tuesday, April 10, 2007

“Entre ellos se propusieron nombres; yo iba a tener mi alias. ¿Mi nombre de guerra? Como te parezca, Tarta. Argolla, podían ponerme-, y meterme ese redondel en la nariz para guiarme como a un ejemplar que se exhibe. Argolla. No se rieron entre ellos. “No seas bárbaro”, dijo mi dueño y propuso Encarnación. De pronto yo me había convertido en algo vagamente teológico o en cierto puerto del alto Paraná. Siguieron Cloris, Ulbá y Guegué. Como a vos no se te escapa, yo recorría una ruta que pasaba de Garcilaso a Rubén hasta recalar en alguna novela cachonda de Vargas Vila.
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Un nombre no es como la piel, Tarta: es igual al tatuaje del Griego: se lo hace pintar en abril y, en junio, apenas si es un lampón”.

David Viñas- Tartabul o los últimos argentinos del siglo XX (2006)

Wednesday, April 04, 2007

SINPÚDOR

creer solo en la yerba
que olvidarse sea perderse
en el mate de la tarde
el otro charco de barro, el dos por dos de la casa:
no volver a salir más

(puente II) de
n. v. alias niña criolla


A mí pasa que merendar me reconforta y entonces me embucho toda la tarde con té, leche cindor, submarino, mate (sobre todo) y hasta coca cola y el estómago puede no darme más pero yo sigo adelante tomando, tomando y comiendo. Ayer estuve en uno de esos días, no me lo explico, no tiene mucha lógica pensar que una merienda naïf como el té de alicia puede trastornar tu forma de ver el mundo (y para bien, aclaro), pero igual aunque no tenga lógica yo me dejo sumergir en esa especie de fantasía. Además a veces me invito a mí misma a lo que llamo secretamente el “festival de las azúcares” y me como todo lo dulce que hay, todo, puedo no dejar nada aunque después me quede con culpa y ahora mientras escribo esto me acuerdo que una vez escuché a una prof de la facu de psicología (d. r.) hablar de una paciente suya que tenía un abuelo pastelero y que entonces la nieta, o sea la paciente de d. r., madre de por medio (obvio), supuestamente tenía un fantasma fundamental que era, en vez de “se pega a un niño” (freud dixit), “se le dan dulces a una niña” y yo también tengo ataques agudos de comiditis como ella, pero más bien lo mío es “se come a una niña” ( y si es pasiva con se o impersonal la verdad que no lo sé) y bla bla bla y de qué me protejo yo, no sé, tendría que averiguar y la verdad que hablar de esto me está dando un poco de pudor (ahora tengo el título de este postíntimo que se va a llamar “sinpudor” y por favor lean la palabra como grave con acento en la anteúltima sílaba, así, SINPÚDOR, como si fuera toda una palabra “grave y latina”); y a veces, ya casi sin aliento, pienso que mi blog debería ser un “bp” o un blog político para salirme de la estigmatización que acarrea para mí tener un blog de estilo casi confesional y entonces me acuerdo de "quién soy" de pasolini y se me hiela la sangre de sólo pensar en el verso que dice “soy un pequeño burgués y tengo tendencia a dramatizarlo todo” y ante el mundo yo y mis dramas se obscenifican (o se nadifican), pero igual hay un punto: en el que “yo” que dice “soy” se me escurre como por un agujero y ustedes imaginen el ruidito que hace de sorbido hasta el final al ser tragado por una rejilla