Sunday, June 08, 2008

La de los ojos abiertos


Nos faltaron muchas cosas pero lo primero, lo más fundamental es que no leímos Alicia y se nos fue el tiempo que teníamos y, finalmente, no leímos nada. ¿Será porque yo los libritos me los como y entonces tenías miedo de compartir los tuyos conmigo? Pero no, jajaja, te engatusé, cuando yo te hablaba de cómo comía libritos los martes no me refería a los de papel. No hablaba, como se dice, en literal, aprovechaba las metáforas de otros, me aprovechaba de las panaderías (y cómo me aprovecho a veces). Retomando, yo estoy segura de que Alicia nos salvaba, estoy segura, sí, de que nos hubiera ayudado a jugar, porque a mí, no sé si sabías, me cuesta mucho jugar, desde chica que me cuesta. Vos eras el papá, yo la mamá, vos venías a mi casa cuando no había nadie y teníamos todo para los dos y entonces yo cocinaba o hacía como que cocinaba una especialidad que podíamos planear o también podíamos comprarla en una rotisería, no importaba, porque hacíamos como si la hubiera preparado yo y hacíamos como que no teníamos hijos todavía (y no tiene importancia que fuéramos papá y mamá), sino que vivíamos una vida de recién casados y todo nuestro interior estaba en nuestra cara, hasta lo que metafóricamente solemos llamar el corazón estaba puesto ahí afuera, y es que en la casa de este juego no había realidad psíquica, con perdón de Freud, que me tenía que disculpar que en mi juego le anulara algo tan fundamental. Y si no era tu plato preferido lo que preparaba, tampoco importaba, porque hacíamos como que sí, que era y, así, todo era como queríamos. Y otra cosa que nos faltó, ahora que hablé de Freud me acuerdo, es que habláramos de nuestros sueños, pero no de cualquiera, sino de los sueños de vos conmigo y de yo con vos. Obvio que no íbamos a usar a Freud para entenderlos (aunque quisiéramos ser rigurosos con el método no hubiéramos podido y, además, nos hubiéramos hundido hasta el cuello), porque yo, a pesar de amar mucho a Freud desde toda la vida, te hubiera dado ese lugar para que eligieras qué querías hacer con nuestros sueños y yo creo que podíamos haber hecho mucho, la cosa era retenerlos, acordarse de qué soñabamos a la noche y eso no era fácil, ya sé, obviamente, pero tendríamos que haberlo intentado por lo menos, porque además los sueños son tan buenos temas de conversación, son tan buenos compañeros, sobre todo cuando uno está con tres vodka tonic encima o drogado, y entonces no se hubiera hecho nunca el silencio, creeme, porque siempre podíamos hablar de nuestros sueños y si me abuela me preguntaba (imposible porque ya no está, pero acordate de que a mi abuela la podíamos invitar también a nuestra casa del juego) “¿y tienen buena conversación con este chico?”, yo le respondía “sí, abuel, obvio, nunca se hace el silencio”.

NO TENGO INTERIOR PARA MOSTRAR 2


La gravedad de las cosas
de los sueños
que le toman la cabeza
y la textura enmarañada
que el artífice onírico
hila fino
como Freud
que lo hace
y escucha que de a poco
va creciendo el animal.

Y en los sueños la razón
la refleja en una serie animalada
un espejo de otro mundo
que no muestra lo mismo
aparece el perro en casa
el futuro en los hijos
y ella es “mami-
malada”
mientras rumia en campo fértil:
espejito espejito,
en este reino del sueño
¿quién tiene el interior más vacío?