MELANCHOLIA
Cuando
me enamoro o estoy enferma
dejo
de sentir el tiempo,
los segundos
caen
siempre sobre la misma parte del cuerpo
son
lluvia metal que pincha
dejan
marcas como besitos de alfiler.
La domesticidad
se rompe, la heladera
sin
comida se llena de hielo
hace
ruidos raros
de máquina
vieja como el corazón.
No
puedo levantarme
al
frío de la calle o al de mi casa.
Necesito
montar en la cama
una
ciudad de pensamientos
un
fantasma de comunidad alucinada
que me
sirva para conversar.
Estar
en la cama es estar en la cárcel
incomunicada
con un
espejito que no llega a
reflejarme
toda
la
cara, solo la boca roja por llorar
un ojo
brillante, la mejilla izquierda
demasiado
blanca.
Me
miro al espejo y tomo mate.
Mis
carceleros
no saben
que los mates me salvan la vida
son la
mímica de una conversación
líquida
y caliente
son remedo
de un amor primitivo,
tal
vez del amor por mi mamá
que se
mezcla con el amor por
cualquier
hombre
que se
mezcla con el amor por
el mundo
que está más allá de mí.
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