Ilha Grande/ Río de Janeiro
Fui a una fiesta reggae en el medio de la selva, caminé de noche entre los árboles con la luz de una linterna, pasé mucho tiempo en el agua, tomé caipirinha todas las noches, de todo tipo, caras y baratas, buenas y malas, conocí a un académico alemán que sólo quería hablar de Baudelaire, Céline y Onetti, conocí al discípulo del académico que sólo quería hablar de una tal Verónika, dormí la siesta en la playa pero dormí mal a la noche, hice esnorkel y vi muchos peces, estrellas de mar, hipocampos, pero no tortugas (ese día no había), vi caracoles de tierra gigantes, comí açaí, tortas de pastelería ambulante y pan de coco, me morí por la humedad, conocí otros tres alemanes que sólo pensaban en tomar cerveza e ir al “macaraná”, fui a cenar con seis ingleses y tuve que hablar por muchas horas en un inglés deplorable, comí pasta en un ristoranti muy caro pero nos invitaron, conocí a un negro hermoso que me invitó a su casa pero no fui, anduve en barco en medio de una tormenta y vi cómo un rayo caía entre árboles altos, dormí en una habitación con ocho personas y anduve descalza por la arena, hablé con un brasilero que cada vez que veía un israelí movía los brazos y decía “bang- bang” o “bum- bum”, vi muchas piernas casi reventadas, fui a una feria hippie en Ipanema y compré muchos regalos, me cansé mucho y me reí mucho, saqué muchas fotos, filmé muchas cosas, aprendí a decir “chá quente”, “muito brigada” y “sozhina” , me perdí en el aeropuerto de San Pablo, vi el Cristo impresionante de Río, estuve en el medio de una nube, vi muchas veces la ciudad desde lo alto, vi una exposición de dioses griegos en el museo de arte contemporáneo, toqué el cuerpo de mármol blanco y frío de Apolo, olí una trouxa ensangrentada de Artur Barrio que imitaba un torso acribillado, me compré Aprendendo a viver de Clarice Lispector (me late que lo necesito mucho), entré en el baño cuando estaba el aeromozo, pero no vi nada, no, no, nada, casi perdí el vuelo de vuelta a Buenos Aires, para salir me obligaron a hacer una cosa, lloré mucho y dije que no quería, no entendieron mi lengua ni yo la de ellos, virgi guardó mis cosas en la mochila, al final del viaje tuve que deshacerme yo misma de algo… en el aeropuerto de Río me obligaron a tirar my- own- private- cristo en un basurero para metal.